Danzan las estrellas
en la cúpula del horizonte, la noche avanza y la hierba ondea.
Contemplo el diente de león en mi mano, tan suave, tan frágil, tan
pequeño, tan yo…
No puedo dejar de
pensar, veo las estrellas recordándome mi desgracia, siento el duro
y frío suelo bajo mi cuerpo, tendido entre briznas y cubierto de
dolor.
Dirijo mi mirada
hacia ella, la estrella más brillante que puedo encontrar. Parpadea
suavemente mientras se hace más grande frente a mis ojos cegándome
con su belleza, sin permitirme mirar a alguna otra cosa. Siento su
calor conforme se acerca aún por encima de la ropa, dirigiendo hacia
mí su suave caricia.
Cojo aire ante tan
asfixiante situación y cierro los ojos para sentir el calor de su
beso, deseando ardientemente que llegue pronto. Oh ¿Cuantas veces la
habré llamado? ¿Cuántas veces habré reclamado su presencia? Si
bien no lo sé ahora poco me importa. Convierte la noche en día y se
acerca, se acerca. Y en el momento en el que llega, en el momento en que
me toca ardo. Todo arde. Un temblor, un ruido ensordecedor y el fin.
Un fin a manos de mi estrella, un fin desde mí hasta la Tierra. Un
fin.
- Izz Me
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